El jueves pasado el gran diario conservador británico The Daily Telegraph publicó una de esas portadas con las que sueñan cada tarde en su espectacular redacción junto a la estación Victoria. «George Soros, el financiero que tumbó la libra, lidera un complot para detener el Brexit». El juramento se habría producido el lunes de la semana pasada en la mansión en Chelsea de Soros, el multimillonario judío de origen húngaro que doblegó la cotización de la libra esterlina en el «miércoles negro» de 1992. En su mesa estaban un pura cepa del europeísmo laborista, Lord Malloch-Brown, el responsable de la agencia de publicidad más poderosa del mundo, Sir Martin Sorrell de WPP, y un puñado de donantes «tories». El objetivo de los alzados: evitar la salida del Reino Unido de la UE.
El mes que viene entraremos en los últimos doce meses de la cuenta atrás para el último adiós británico al gran proyecto de integración europeo. Sin embargo, la cercanía de la fecha ha puesto en pie de guerra a los «remainers». En diciembre fue el exprimer ministro laborista, Tony Blair, quien anunció también que pondría pies en pared con la bolsa de la compra ante los tanques de la secesión continental. «La voluntad del pueblo no es algo inmutable, la gente puede cambiar de opinión si cambian las circunstancias», afirmó en una entrevista a la BBC4. Soros y sus huéspedes han anunciado que financiarán desde este mismo mes una campaña millonaria «de marketing de guerrilla», en palabras Malloch-Brown, para intentar ese «cambio de opinión» al que aludía Blair.

Tres escenarios

Pero, ¿es realista pensar que puede detenerse el Brexit? No parece. «Lo que sabemos es que Theresa May quiere llevar a término el Brexit; que quiere hacerlo en unos términos que funcionen bien para quienes no quieren irse, en el sentido de mantenerse cercanos a Europa; y que esos términos tendrán que ser digeribles para quienes quieren irse, siempre y cuando se arríe la bandera de la UE». Así lo explicó James Harding, exdirector de BBC News y del diario The Times, en un coloquio que mantuvimos recientemente en Madrid. Tres son los escenarios que manejan quienes creen que todavía puede evitarse el divorcio.
1. La vía política. Esta tesis pasaría por una revuelta parlamentaria contra el gobierno May y los «brexiters» más duros. La primera ministra ya ha probado el sabor amargo de la derrota parlamentaria. Pero las divisiones en el bando laborista, muchos de cuyos diputados lo son por circunscripciones donde ganó el «sí» al Brexit, dificultarían que esta vía llegue a sus últimas consecuencias: el derrocamiento del gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones.
2. La vía legal. O un segundo referéndum sobre las condiciones del divorcio que resulten de la negociación (a cara perro, por cierto) que mantienen Londres y Bruselas. Es lo que reclaman muchos de los grupos contrarios al Brexit, pero también el populista Nigel Farage con el objetivo contrario de zanjar para siempre el debate. Tras el susto escocés en septiembre de 2014, muchos británicos –empezando por la propia May, contraria al Brexit antes del referéndum– han comprendido que las consultas las carga el diablo. Y no tienen mucho apetito para seguir tentando a la suerte.
3. La vía franco-alemana. O el acuerdo entre «países grandes» con la Francia de Macron 1.0 y la Alemania de Merkel 4.0. Un «apaño», en la mejor tradición europea, que conjugue la lógica de la salida con una fórmula intergubernamental de «reingreso» en unos términos aceptables para unos y otros. Un nebuloso escenario situado en algún punto entre el «área económica a la noruega» y el acuerdo de libre comercio de tipo «Canadá Plus», las dos opciones técnicas que parecen barajarse.

En todo caso, ¿tendrían derecho a volver a entrar si, en efecto, cambian de opinión, como sueñan Soros y Blair? Tanto Tusk, el presidente del Consejo de la UE, como Juncker, de la Comisión, se muestran magnánimos en ese sentido y mantienen la puerta abierta. Pero el más optimista de entre los europeístas británicos, el exlíder liberal Nick Clegg, se ha dado ya por vencido. «El Brexit “suave” está muerto», sentenciaba esta semana. ¿Han ganado los «brexiters»? Tenemos doce trepidantes meses para averiguarlo.

  1. este post me parece muy interesante, para ser la primera vez que lo leo me gusto mucho.

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